Las cinco fuerzas competitivas de un sector son: Amenaza de los nuevos competidores, poder de negociación de los proveedores, poder de negociación de los clientes, amenaza de productos y servicios sustitutivos, y todas ellas se llevan a la rivalidad entre los competidores existentes.
El poder de los proveedores en el sector textil, se puede decir que es relativamente bajo, ya que existe gran cantidad de proveedores, y suelen estar localizados en países asiáticos debido a el bajo precio de la mano de obra. Respecto a la amenaza de productos y servicios sustitutivos, hay una gran rivalidad debido a que la moda y tendencias cambian muy rápidamente, y las empresas se ven obligadas a ofrecer una relación calidad-precio mejor que la competencia.La amenaza de nuevos competidores está condicionada por si hay o no barreras de entrada, que en el caso del sector textil no hay gran número de barreras, ya que suelen recurrir al método de la subcontratación.
El poder de negociación de los clientes, es una de las fuerzas competitivas que menos poder tienen en este sector, ya que para tener poder, los consumidores deberían agruparse en grupos grandes, y suelen comprar de forma individual. La rivalidad competitiva es el componente central de las fuerzas competitivas, como en la mayoría de los sectores. En el sector de la distribución minorista de ropa, la rivalidad competitiva, es muy alta, además compiten multinacionales, pequeñas y medianas empresas en el mismo nivel.
La gran competencia entre las empresas, favorece un mercado libre sin monopolios ni oligopolios. Esto beneficia mucho a los compradores, ya que las empresas fijarán los precios por la ley de la oferta y la demanda, e intentaran mejorar la relación calidad-precio.
Sin duda, la facilidad, entre comillas, para acceder al mercado que tienen las nuevas empresas; que no tienen que asumir grandes costes iniciales ayuda a que esta situación sea posible. Esto junto a que las modas y tendencias van cambiando, abre un abanico de posibilidades a los compradores, que pueden barajar mejor los productos que deseen comprar, y elegirlos e función de lo que se quiera gastar en él, sin asumir un precio fijado de entrada.
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